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Detrás de las rejas doradas


Villa Foscari, un alto ejemplo de la creatividad palladiana a orillas del río Brenta, goza de un aura legendaria que cubre las escaleras y columnas y las habitaciones y ventanas del edificio.


Todo gira en torno a su apodo, La Malcontenta, en torno al cual muchos han creado narrativas más o menos basadas en hechos reales. Ciertamente hay explicaciones plausibles, como la de que el lugar recibe este nombre mucho antes del edificio palladiano, debido al continuo desbordamiento del río en esa zona. De ahí que todo el territorio del complejo tomó el nombre de Brenta pobremente contenida, de ahí Malcontenta.


Pero sabemos que sin un poco de misterio falta toda la diversión, por eso queremos apasionarnos por la leyenda, la que quiere a una desafortunada dama encerrada en penitencia dentro del majestuoso edificio.


Se trata de Elisabetta Dolfin, mujer noble y viuda de un pisani, que estaba casada en segundas nupcias con Nicolò Foscari. La desdichada dama se vio obligada, tras el abandono del complejo por la familia Foscari, a quedarse a vivir entre los muros solitarios, como castigo por la conducta libertina que había cometido con una noble casada.


Todavía sigue siendo un misterio cómo pudo sobrevivir encerrada, sin que nadie la ayudara llevándole comida y asegurándose de que todavía estuviera sana. Alrededor del perímetro de la residencia, el parque sobrevivió infestado de malezas de todo tipo y lentamente el lugar se fue deteriorando. Se dice que Elisabetta vivió en esas condiciones durante treinta años antes de morir, y que aún hoy su fantasma vestido de blanco, ronda llamando a todo aquel que deambula por las habitaciones.



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