La Iglesia de S.Pietro in Castello, en Venecia

Mi primer proyecto en Venecia y, en aquel momento, mi primera fachada de iglesia.

No fue una coincidencia.

En los círculos cristianos de Vicenza todos sabían de mi cercanía a círculos que olían a herejía.

Muchos de mis clientes no ocultaron, o apenas lo ocultaron, el intercambio de nuevas ideas procedentes de más allá de los Alpes a través de nuestros canales comerciales.

En Venecia todo empezó de nuevo, gracias a Marcantonio y Daniele Barbaro, patriarca de Aquileia "en condominio con los Grimani" (pero esa es otra historia), mis nuevos protectores y patrocinadores tras el fallecimiento del difunto Giangiorgio.

Fue la catedral patriarcal de Venecia, la de la isla de San Pietro, la primera oportunidad de diseñar esa feliz combinación de planes que tenía en mente desde hacía algún tiempo y que mis alumnos sólo realizarán después de mi muerte.

Esa iglesia se convirtió, permaneciendo allí hasta 1807, en la catedral de Venecia, aquella en la que residía el patriarca, hasta que Napoleón la trasladó a la Basílica de San Marcos.

Por eso, aquí, cada año, se celebraba el rito del encuentro entre el Dux, que acudió allí a visitarlo, y el Patriarca con todo su séquito.

Evidentemente había que recibir al Dux a su llegada en barco, encontrando el equilibrio adecuado para no humillar la figura del Patriarca.

Y así se ha encontrado una solución de compromiso salomónica, por no decir veneciana, estableciendo a mitad de camino, donde aún brilla una piedra blanca entre el pavimento gris, el punto donde ambos se encuentran, encontrándose a medio camino, la política y la espiritualidad del Estado.

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