Domenico Bollani fue un importante funcionario de la Serenísima. Embajador en Londres en aquellos mismos años de Daniele Barbaro, más tarde alcalde y luego obispo en Brescia.
Fue la ciudad de Udine, donde trabajaba para la famila Antonini, la que me pidió un arco de celebración capaz de expresar un sentimiento de gratitud hacia Venecia, y en particular hacia el teniente Bollani, que había gestionado muy bien la emergencia de la peste en aquellos años '56. El león de Marciano habría dominado un robusto portal de sillería, que desde la plaza Contarena conduce a la subida al Castillo, la fortaleza reconstruida por los venecianos cuarenta años antes, después de los Patriarcas de Aquileia.