Los Franciscanos la habÃan construido tres siglos antes en un viñedo, el gran Jacopo Sansovino -proto de Venecia antes que yo- la habÃa reconstruido por completo a instancias del dux Andrea Gritti, que fue enterrado aquà cuando yo era poco más que un niño.
Treinta años después, de nuevo gracias a Daniele Barbaro, la fachada me fue confiada por el patriarca de Aquileia. A mÃ, no a Sansovino, que seguÃa en su puesto. Yo era el nuevo que avanzaba, entre los patricios de Venecia. El tema era el mismo que volverÃa a plantearme en el Redentore y en S.Giorgio, el mismo tema para todos los arquitectos del Renacimiento: ¿cómo hacer convivir el templo antiguo y las naves inferiores?